El postoperatorio es un periodo crucial en la monitorización de nuestros pacientes quirúrgicos.
Podremos observar muchas alteraciones postoperatorias en el ECG de nuestros pacientes
El hecho de haber superado la intervención quirúrgica con éxito y no haber presentado ningún tipo de complicación anestésica durante el prequirúrgico o quirúrgico no nos garantiza que no se den las posibles complicaciones postquirúrgicas.
Al contrario, el postquirúrgico es una fase clave en la monitorización de nuestros pacientes.
Se caracteriza por ser un periodo crítico en el que usualmente pueden darse complicaciones
Entre estas, las alteraciones electrocardiográficas, suelen ser habituales.
Son varias las condiciones que nos determinarán el riesgo de sufrir estas complicaciones. Factores como las condiciones del paciente, edad, raza, patologías asociadas (diagnosticadas o no), el tipo de intervención realizada o el tipo de protocolo anestésico y farmacológico aplicado al paciente deberán ser contemplados.
Del mismo modo, este tipo de alteraciones podrán ir acompañadas o derivadas de otras complicaciones. Algunas serán muy habituales como es el caso de la hipotermia o el padecimiento de dolor. En cualquier caso, debemos tener siempre en cuenta que las posibles alteraciones cardíacas, y, por extensión, electrocardiográficas, no son territorio exclusivo de cardiopatía.
En ciertas condiciones como las valvulopatías, la cardiomiopatía hipertrófica o la cardiomiopatía dilatada puede favorecer la aparición de estas alteraciones. A pesar de ello, el concepto de que las alteraciones cardíacas y electrocardiográficas en el operatorio y postoperatorio es territorio exclusivo de pacientes con alteraciones cardiológicas debe ser eliminado de nuestras mentes.
Una alteración habitual en el ECG será la aparición de taquiarritmias
Situaciones de dolor, como los planos superficiales de anestesia en la intervención quirúrgica o carencias analgésicas ya en el postoperatorio, propiciarán su aparición. Junto a ellas, la hipotensión, la hipovolemia, la hipoxemia, anemias severas o situaciones de hipoglucemia favorecerán su aparición.
En estas situaciones, la frecuencia cardíaca aumentará a valores de más de 160-180 latidos por minuto en perros o más de 240 latidos por minuto en gatos. A su vez, los complejos QRS se estrecharán.
El mantenimiento sostenido de las taquiarritmias reducirá el gasto cardíaco y la perfusión tisular y esto derivará en más complicaciones. Si la situación es mantenida, es posible que se requiera tratamiento médico, así como las posibles alteraciones asociadas.
Las bradiarritmias también podrán sucederse
Esto será más habitual en pacientes quirúrgicos en los que empleemos ciertos anestésicos y analgésicos usuales como los alfa dos agonistas o los opiáceos. Del mismo modo, la hipotermia podrá inducir a esta situación. Otras condiciones como el aumento de la presión intracraneal, la hiperpotasemia, algunas alteraciones endocrinas, como el hipotiroidismo, o situaciones de insuficiencia hepática podrán inducir estas bradiarritmias.
En estas bradiarritmias, tanto en pacientes caninos como felinos, encontraremos frecuencias muy bajas, inferiores a 70-60 latidos por minuto y complejos QRS estrechos. Esta situación, si es mantenida, reducirá el gasto cardíaco y la perfusión tisular y conducirá a la hipotensión.
Estos casos, si son mantenidos, suelen requerir el tratamiento de la causa primaria, si esta es identificable y tratable.
Otras alteraciones electrográficas posibles son las arritmias ventriculares
Dentro de ellas encontraremos alteraciones como los complejos prematuros ventriculares, la taquicardia ventricular, el fenómeno de R en T y la fibrilación ventricular
Entre sus causas, el tipo de trastorno presente y el tipo de procedimiento quirúrgico realizado tendrán un peso relevante en su aparición. Postoperatorios de intervenciones de dilatación-torsión gástrica o con torsiones, traumatismos o tumores esplénicos serán especialmente susceptibles a presentar estas arritmias.
Del mismo modo, todo animal con traumatismo, ya sea torácico o abdominal o que presente peritonitis o una condición séptica, como en los casos de piómetra, serán considerados de alto riesgo para este tipo de trastornos. Otras condiciones posibles que puedan desencadenar estas alteraciones serán la hipoxemia o isquemia, la hipercapnia, las alteraciones electrolíticas de potasio (tanto la hipo como la hiperpotasemia) o el empleo de ciertos fármacos como el tiopental, la ketamina o de gases anestésicos como el halotano.
En estos casos, la frecuencia cardíaca se mostrará variable. Como denominador común se esfumarán las ondas P y se visualizarán unos complejos QRS excesivamente anchos.
En el caso del fenómeno de R en T, estos complejos prematuros ventriculares se producirán superpuestos a la onda T del complejo anterior. Esto podrá ser un indicio predecesor de alteraciones más graves e incluso de una muerte súbita. En las formas más graves, como la fibrilación ventricular, será muy probable la entrada en parada cardíaca y fallecimiento del animal.
Los bloqueos de condición también podrán sucederse con relativa frecuencia
Estos serán graves en los casos de bloqueos de segundo grado (especialmente los Mobitz tipo II) y los de tercer grado
La concomitancia con ciertas patologías cardíacas o el padecimiento de traumatismos, hipoxia o el empleo de fármacos alfa dos agonistas pueden propiciar su aparición. En estas formas más graves, se pueden reducir el gasto cardíaco y la perfusión tisular. Esto puede llevar al paciente a sufrir síncopes bradiarrítmicos e incluso llegar al shock, paro cardíaco o la muerte súbita. Por ello, si es posible, debe ser tratada su causa primaria.
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