
Aprende a cuidar las almohadillas de tu perro
Aunque la importancia del cuidado de las almohadillas pase generalmente desapercibida, mantener esta zona en perfectas condiciones es esencial para nuestro perro.Y es que no son simplemente la superficie de apoyo de sus patas, son los zapatos que va a calzar durante toda su vida. Gracias a ellas, nuestro perro regula su temperatura corporal, mantiene el equilibrio y distribuye su peso por todo el espectro musculoesquelético, amortiguando el impacto al caminar o correr, y protegiendo así sus articulaciones.
Las almohadillas deberán ser duras, ásperas pero también elásticas, características que irán adquiriendo a lo largo del tiempo, a través del contacto y los cuidados. Durante los primeros meses de vida de nuestro perro, son especialmente delicadas, por lo que habrá que extremar la precaución para evitar que sufran heridas. Lo recomendable es que comiencen paseando por superficies blandas, como la hierba, antes de que tomen contacto con otras más abrasivas como el asfalto. Del mismo modo, es importante limitar el tiempo de paseo en esa primera fase, así como ir combinando diferentes terrenos según la pisada vaya adaptándose y alcanzando mayor nivel de dureza.
Cuidados básicos
A pesar de su aspecto, las almohadillas son zonas sensibles, ya que en ellas confluyen numerosas terminaciones nerviosas. Éstas pueden agrietarse, sufrir infecciones e incluso sangrar. Es aconsejable, por ello, incorporar ciertas rutinas a nuestro día a día.
Antes de salir a pasear es esencial tener en cuenta el terreno por el que caminaremos, especialmente cuando es una superficie nueva para él. De esta manera, deberemos valorar diferentes opciones; desde limitar la intensidad de la actividad hasta ataviar a nuestro perro con algún complemento. Combinar diferentes superficies ayuda a proteger sus patas, pero siempre debemos hacerlo con precaución.
En ocasiones, terrenos como un camino pedregoso o el asfalto en días de altas temperaturas pueden ocasionarle importantes lesiones. Para evitarlo, en los últimos años ha surgido una solución específica para este tipo de situaciones: el calzado canino. Éste, aunque cómodo, resultará novedoso para él, pudiendo ocasionarle pequeños problemas de adaptación al principio. Por ello, lo más recomendable es que dé sus primeros pasos en casa, para después iniciar cortos paseos que se irán alargando en el tiempo. No debemos, tampoco, emplear en exceso este tipo de calzados, ya que su uso evita que las almohadillas alcancen su estado óptimo, desprotegiéndolo indirectamente.
Después de la caminata, será importante revisar sus patas en busca de alguna piedra que pueda haberse quedado enganchada o de heridas que haya podido hacerse durante el paseo. Si vemos que tiene pequeñas lesiones podremos utilizar ciertas cremas antisépticas, que deberán ser recomendadas previamente por un profesional.
Además de esto, no debemos olvidarnos de mantener una rutina de limpieza diaria, utilizando un trapo mojado en agua caliente. En este sentido, también serán beneficiosos los baños cotidianos.
Por otra parte, es importante no descuidar la hidratación de esta zona, siendo recomendable el uso periódico de bálsamos y cremas caninas para evitar que se agrieten. En el mercado también podemos encontrar algunos productos fortalecedores, algo que puede resultar positivo en días de actividad intensa.
Por último, es conveniente recortar de manera periódica, y especialmente en verano, el pelo que aparece entre las almohadillas. Llevarlo a cabo, sobre todo en perros de pelo largo, supondrá diversos beneficios: evitará que se formen nudos que les incomoden al andar, reducirá la humedad y por tanto la aparición de bacterias que les causen picor, y favorecerá la regulación de su temperatura corporal.
Cuida las almohadillas de tu perro de forma responsable, son el calzado que utilizará durante toda su vida.